viernes, noviembre 30, 2007

Venta por Divorcio


Una de las costumbres de la clase media de los Estados Unidos es lo que llaman «venta en el garaje». Cuando una familia ha amontonado objetos que ya no necesita, saca todo al garaje de la casa y pone un cartel que dice: «Venta en el garaje», y los vecinos vienen a surtirse de enseres domésticos baratos.


Jorge Najar y su esposa Jennifer, del estado de Ohio, Estados Unidos, decidieron divorciarse después de ocho años de casados. Juntaron todas las cosas que habían comprado para adornar su hogar en el lapso de los ocho años, las pusieron en el garaje y colocaron un cartel que decía: «VENTA POR DIVORCIO».


Durante diez días estuvieron ambos vendiendo sus cosas. Cada objeto del que se desprendían era un recuerdo de su vida matrimonial que se reanimaba: aquí un velador, allí un cuadro, más allá una plancha eléctrica, un televisor, un juego de loza. Cada objeto era un recuerdo de algún momento feliz que, después de todo, habían pasado juntos.


A los diez días Jorge y Jennifer se habían reconciliado. «Se acabó la venta —les anunciaron a los vecinos—; ya no nos divorciamos. Nos amamos, y nunca nos vamos a separar.»


Este pintoresco episodio nos lleva a reflexionar una vez más sobre el problema de los matrimonios. ¿Por qué naufragan tantos de ellos? ¿Por qué se acaba tan rápidamente el amor que parecía eterno? ¿Por qué se dice tanto, por ahí, que «el matrimonio es la tumba del amor»?
Mucha gente pregunta: ¿Cuáles son las bases para un matrimonio del todo feliz, dichoso y duradero? La respuesta es: primero, un intenso amor recíproco; segundo, un compromiso de fidelidad mutua; tercero, un espíritu de sacrificio en ese amor, es decir, saber sacrificarse el uno por el otro; cuarto, un ajuste perfecto en las relaciones íntimas matrimoniales, para la mutua satisfacción del cuerpo, del alma y del espíritu; y quinto, y más importante que todo lo demás, una determinación de poner a Cristo como Señor y cabeza verdadera del matrimonio y del hogar. Así no habrá nunca divorcios sino siempre amor puro y bueno.


Un mensaje a la Conciencia.Hermano Pablo.


El pecado de Israel y la obediencia del Siervo Así dice el Señor: «A la madre de ustedes, yo la repudié; ¿dónde está el acta de divorcio? ¿A cuál de mis acreedores los he vendido? Por causa de sus iniquidades, fueron ustedes vendidos; por las transgresiones de ustedes fue despedida su madre.Isaías 50:1


Así también mi Padre celestial los tratará a ustedes, a menos que cada uno perdone de corazón a su hermano. Mateo 18:35

martes, noviembre 27, 2007

El diario


Un buen Hombre fue asaltado por unos ladrones que le robaron su cartera.Entonces él escribió lo siguente en su diario:"Señor, ayúdame a estar agradecido; primero, porque nunca antes he sido robado; segundo, porque aunque se llevaron la cartera, no me quitaron la vida; tercero, por que aunque se llevaron todo lo que tenía yo, no era mucho; y cuarto, por que fui yo quien fue robado y no quien robó."


1 Tesalonicenses 5:18Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús.


1 Corintios 15:57Mas gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo.


Romanos 5:3Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia.

lunes, noviembre 26, 2007

Aguja y Alfiler



Un alfiler y una aguja encontrándose en una cesta de labores y no teniendo nada qué hacer, empezaron a reñir, entablándose la siguiente disputa:


¿De qué utilidad eres tú? Dijo el alfiler a la aguja; y ¿cómo piensas pasar la vida sin cabeza? -Y a ti respondió la aguja con tono agudo, ¿de qué te sirve la cabeza si no tienes ojo? ¿Y de qué te sirve un ojo si siempre tienes algo en él? Pues yo, con algo en mi ojo puedo hacer mucho más que tú.Sí; pero tu vida será muy corta pues depende de tu hilo.


Mientras hablaban así el alfiler y la aguja, entró una niña deseando coser, tomó la aguja y echó mano a la obra por algunos momentos; pero tuvo la mala suerte de que se rompiera el ojo de la aguja. Después cogió el alfiler, y atándole el hilo a la cabeza procuró acabar su labor; pero tal fue la fuerza empleada que le arrancó la cabeza y disgustada lo echo con la aguja en la cesta y se fue.


Con que aquí estamos de nuevo se dijeron, parece que el infortunio nos ha hecho comprender nuestra pequeñez; no tenemos ya motivo para reñir. ¡Cómo nos asemejamos a los seres humanos que disputan acerca de sus dones y aptitudes hasta que los pierden, y luego… echados en el polvo, como nosotros, descubren que son hermanos!


Filipenses 2:3Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo;


Mateo 5:44Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen;